A Boconó, de un boconés rajao.
Imagen de Bocono por los años cincuenta del siglo XX Por generalidad, casi siempre o siempre, los individuos sienten un apego muy profundo por sus espacios, independientemente de que sean espacios individuales o colectivos, y es así, que el lugar donde se vive, donde se nace, con el cual se tiene conexión profunda, va a ser reconocido como parte de sí mismo, de sus raíces, savia y esencia; de tal manera, así las personas sienten y muestran entonces una relación indisoluble con lugares, algunos naturales, encrespados de campos y montañas, u otros rebosados por doquier de calles, plazas, esquinas y casas, asumiendo su naturaleza de Homo Geograficus u Homo Societae, pero interdependiente en su relación gregaria filial a un estado y sentido de pertenencia hacia su referente. En tal razón, cada quien abrigará sentimientos de sensibilidad, gustos y emociones por ese pedazo o lote de tierra al cual siente pertenecer, y de ahí vendrán también los regionalismos, unos más mar